Instagram se ha consolidado como una de las redes sociales más influyentes, especialmente entre los más jóvenes. Sin embargo, esta popularidad genera una pregunta crucial para padres, tutores y los propios menores: ¿cuál es la edad mínima para poder crear una cuenta? La respuesta implica entender no solo las políticas de la plataforma, sino también las normativas legales y las herramientas de seguridad diseñadas para proteger a los usuarios más jóvenes.
La edad mínima oficial según Instagram y la ley
De acuerdo con las condiciones de uso de Instagram, la edad mínima para crear una cuenta es de 13 años. No obstante, esta regla general puede variar dependiendo de la legislación de cada país. En España, por ejemplo, la Ley Orgánica de Protección de Datos Personales y garantía de los derechos digitales establece que los menores pueden prestar su propio consentimiento para el tratamiento de sus datos a partir de los 14 años.
Recientemente, el gobierno español aprobó un anteproyecto de ley que busca elevar esta edad mínima para el uso de redes sociales a los 16 años, aunque los menores podrían registrarse con el consentimiento explícito de sus padres o tutores. Este panorama legal subraya la importancia de que las plataformas verifiquen la edad de sus usuarios de forma efectiva.
¿Qué ocurre con los menores de 13 años?
Las normativas son claras: los menores de 13 años no pueden tener una cuenta en Instagram. La plataforma se reserva el derecho de eliminar cualquier cuenta que se descubra que pertenece a un usuario que no cumple con este requisito de edad.
¿Cómo verifica Instagram la edad de sus usuarios?
El principal desafío para Instagram es confirmar que los usuarios realmente tienen la edad que dicen tener. Mentir sobre la fecha de nacimiento es una práctica común que la compañía intenta combatir activamente mediante tecnología avanzada y nuevos procesos de verificación. Si un usuario intenta cambiar su fecha de nacimiento a 18 años o más, Instagram le exigirá que verifique su edad a través de uno de los siguientes métodos:
- Documento de identidad: El usuario puede subir una foto de un documento oficial válido, como el DNI o el carnet de conducir. Meta, la empresa matriz de Instagram, se compromete a almacenar esta información de forma segura y eliminarla en un plazo de 30 días.
- Video-selfie: A través de una colaboración con la empresa Yoti, Instagram utiliza una tecnología que analiza un video-selfie del rostro del usuario para estimar su edad. Este sistema, diseñado para proteger la privacidad, no identifica al usuario y borra el video una vez completada la verificación.
- Respaldo social: Esta opción permite al usuario pedir a tres seguidores mutuos, que deben ser mayores de 18 años, que confirmen su edad. Estos seguidores tienen un plazo de tres días para responder a la solicitud.
Además de estos métodos, Instagram utiliza inteligencia artificial para detectar inconsistencias. Por ejemplo, analiza publicaciones de cumpleaños o la edad declarada en otras cuentas de Meta (como Facebook) para identificar a usuarios que podrían haber falseado su fecha de nacimiento.

La experiencia en Instagram para adolescentes (13-17 años)
Consciente de la necesidad de proteger a su público más joven, Instagram ha implementado una serie de medidas y configuraciones específicas para las cuentas de adolescentes, conocidas como «Cuentas de Adolescente».
- Cuentas privadas por defecto: Todas las cuentas nuevas creadas por menores de 16 años (o 18 en algunos países) se configuran automáticamente como privadas. Esto significa que deben aprobar a sus seguidores y que solo las personas que siguen pueden ver su contenido.
- Restricciones de contacto: Se limita la capacidad de los adultos de enviar mensajes a adolescentes que no los siguen. Además, las cuentas de adolescentes tienen activada por defecto la configuración de mensajes más estricta, permitiendo la comunicación solo con personas a las que siguen.
- Contenido limitado: Instagram filtra el contenido que se recomienda a los adolescentes en secciones como «Explorar» y «Reels» para evitar que accedan a material sensible o inapropiado.
- Control sobre menciones y etiquetas: Los adolescentes tienen herramientas para decidir quién puede etiquetarlos o mencionarlos en publicaciones, ayudando a prevenir el acoso.
El papel de los padres: herramientas de control parental
Para dar a los padres y tutores mayor tranquilidad, Instagram ha desarrollado el «Centro para Familias», una plataforma que centraliza las herramientas de supervisión. Para activarlo, un padre debe enviar una invitación desde su propia cuenta de Instagram al adolescente, y este debe aceptarla.
Una vez configurada la supervisión, los padres pueden:
- Establecer límites de tiempo diarios y programar descansos.
- Ver a quién sigue su hijo/a y quiénes le siguen.
- Recibir notificaciones sobre nuevos seguidores.
- Ver con quién ha intercambiado mensajes su hijo/a en los últimos siete días (sin poder leer el contenido de los chats).
Es importante destacar que estas herramientas están diseñadas para fomentar el diálogo y la confianza, no para espiar.
¿Qué hacer si se encuentra una cuenta de un menor de 13 años?
Si un usuario encuentra un perfil que cree que pertenece a un menor de 13 años, puede reportarlo directamente a Instagram. La plataforma proporciona un formulario específico para denunciar la cuenta de un menor. También se puede denunciar cualquier tipo de contenido o comportamiento que viole las normas comunitarias, como el acoso o el bullying.
Consecuencias de mentir sobre la edad
Mentir sobre la edad en Instagram no es un juego inofensivo. Los adolescentes que se hacen pasar por adultos se exponen a contenido y contactos inapropiados, perdiendo las capas de protección que la plataforma diseña específicamente para ellos. Por otro lado, si Instagram detecta, a través de su IA, que una cuenta de «adulto» en realidad pertenece a un menor, aplicará automáticamente las configuraciones de seguridad más restrictivas.
En definitiva, aunque la edad técnica para unirse a Instagram es de 13 años, la entrada de un menor a esta red social debe ser una decisión meditada y acompañada. La clave está en una comunicación abierta entre padres e hijos, el uso de las herramientas de supervisión disponibles y una educación continua sobre los riesgos y responsabilidades del mundo digital.